El turismo nuclear continúa su expansión mundial, generando que las zonas con antigua actividad nuclear como Pripyat y Chernobyl, en Ucrania; Xinjiang Uygur, en China o Nevada, en Estados Unidos, incrementen sus inversiones para poder recibir adecuadamente a más turistas, que dejan importantes sumas de dinero en estas áreas del planeta. Los riesgos presentes en estas regiones no parecen ser un impedimento para el desarrollo de este tipo de turismo, sino más bien una de las principales razones de su impulso.
Según un artículo publicado en pravda.ru, las autoridades de la Región Autónoma de Xinjiang Uygur, en China, han anunciado públicamente su intención de invertir más de un millón de dólares (alrededor de 771.189 euros) para potenciar como atracción turística la zona de pruebas nucleares presente en esa región.
Precisamente en esa zona, concretamente en Malan, se llevó a cabo la primera prueba de una bomba nuclear china el 16 de octubre de 1964. Posteriormente, más de 40 bombas nucleares fueron accionadas en el área hasta 1996, cuando Beijing tuvo que detener los ensayos nucleares.
Los viajeros podrán contemplar personalmente el lugar utilizado por los especialistas que trabajaron en la bomba y las condiciones en las que desarrollaron sus tareas, contando además con un refugio de 300 metros, laboratorios y dormitorios que albergaban a los científicos nucleares de China.
Ahora, el número de turistas crece año tras año. Un viaje a Chernobyl incluye servicios como una visita a la zona en la que se han dispuesto placas conmemorativas a los fallecidos en el accidente, a la laguna de enfriamiento y alimentación de peces, al parque para niños o comidas en un restaurante temático.
Otro de los destinos turísticos favoritos en esta zona de Ucrania es la ciudad de Pripyat, un lugar desolado y desierto luego que el 27 de abril de 1986 todos los residentes fueran evacuados tras el accidente nuclear. Aunque se desarrollaron distintas tareas de descontaminación en la ciudad y se logró una reducción de la radiación, algunos turistas siguen manifestando molestias en su salud luego de visitar la zona de exclusión.
El valor de una visita guiada a Chernobyl y su zona aledaña es de 120 dólares (92,54 euros) para los ciudadanos de Rusia y Ucrania, y de alrededor de 150 dólares (115,68 euros) para los extranjeros. Sin embargo, especialistas en seguridad y medio ambiente han aconsejado a las autoridades ucranianas que desmantelen por completo a la localidad de Pripyat y a toda la zona de Chernobyl. De lo contrario, si las viviendas actualmente en pie comienzan a contraerse se podría producir polvo radiactivo, afectando nuevamente a toda la región.
En Estados Unidos, el sitio de pruebas nucleares en Nevada, uno de los más grandes del país, se está convirtiendo en otro punto neurálgico del turismo nuclear. Desde 1951 se han desarrollado allí 928 ensayos nucleares, de los cuales 828 se concretaron bajo tierra. En este sector, ubicado al noreste de Los Ángeles, se generaban nubes radiactivas que podían apreciarse a 160 kilómetros de distancia. Las pruebas se llevaron a cabo hasta 1992.
En la actualidad, los amantes de las emociones fuertes y extremas visitan este sitio de pruebas nucleares. Con listas de espera para varios meses, esta actividad turística eleva el ingreso económico habitual previsto por las autoridades locales. Contigua al campo de pruebas nucleares se localiza la famosa «Área 51», popular a nivel mundial en torno a mitos relacionados con la investigación de la vida extraterrestre.
La realidad es que estos sitios de actividad nuclear que estaban vacíos después de la prohibición de los ensayos con armas nucleares o de diferentes accidentes han cobrado nueva vida gracias al turismo. Más allá de la fuente de ingresos que esto puede suponer para las sociedades locales, y que puede alimentar la economía de una ciudad, estado o región en particular, cabría preguntarse si los funcionarios responsables del turismo nuclear pueden garantizar en un 100% la seguridad de los turistas.