Estaciones de metro abandonadas como potenciales atractivos turísticos

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Viajes de metro se ha convertido en una rutina familiar para millones de habitantes de las ciudades. Sin embargo, existen estaciones abandonadas las cuales están firmemente arraigadas en el pasado la ciudad y hoy podría decirse que puede llegar a ser parte del futuro la misma.

Transport for London (TFL) está invitando a las empresas a transformar sus estaciones de metro abandonadas con el fin de convertirlas en atractivos turísticos para quienes visiten Londres.  Actualmente, existen 40 estaciones de metro abandonadas, así como también cientos de túneles en desuso. El proyecto es dotarlas de hoteles, tiendas y museos.

El TFL aún está considerando la posibilidad de invitar a las empresas constructoras a presentar ofertas para comenzar el proyecto, o para un grupo de los espacios subterráneos vacantes.

Las estaciones se han cerrado debido a la caída de los pasajeros transportados o a los cambios de ruta. Por ejemplo, la famosa estación de Aldwych que hoy se encuentra abandonada, se utilizó para ocultar la colección Nacional de la galería durante la Primera Guerra Mundial y más tarde diversos objetos del Museo Británico durante la Segunda Guerra Mundial.

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Después de una reunión con el alcalde de Londres, 34 enclaves se han adecuado para este proyecto. En la primera etapa del proyecto, 13 sitios de éstos se convertirán en galerías de arte, clubes nocturnos y, potencialmente, un museo de la Brigada Nacional de Bomberos.

Al igual que en Londres, existen otras ciudad que poseen estaciones de metro abandonadas en las cuales se podrían implementar proyectos como este. Es el caso de la ciudad de Cincinnati (Estados Unidos) que cuenta con una red de subterráneos que no fue concluida por falta de presupuesto. En París, varias estaciones fueron cerradas durante la Segunda Guerra Mundial y algunas construidas nunca se abrieron como es el caso de las estaciones Haxo y Porte Molitor.

Otra concentración de estaciones fantasma se puede encontrar en Barcelona, cuya estación Banco tiene fama de haber sido diseñada como un sistema de entrega de secreto para el Banco de España. Estación de Gaudí, llamada así por el arquitecto celebrado de España con la intención de servir a la catedral de la Sagrada Familia, fue similar nunca abrió. Hoy en día es conocida por numerosos informes de avistamientos de fantasmas.

Al otro lado del Atlántico, los subterráneos de los Estados Unidos se enfrentaron a un enemigo formidable: la autopista. Como el uso del coche se disparó después de la guerra, los sistemas de metro se hizo menos popular, y las estaciones de metro empezaron a cerrar. Algunos sistemas sobrevivieron, otros no corrieron la misma suerte y cerraron definitivamente como el metro de Rochester, la parte de los trenes elevados de la ciudad de Chicago, la estación de metro de Eureka de San Francisco y la red de metro de Los Ángeles. Nueva York tiene unas cuantas estaciones fantasmas, la más famosa es el Ayuntamiento en la línea de la Avenida Lexington que fue cerrado en 1945 y la estación South 4th Street en Brooklyn.

A diferencia de sus homólogos europeos, las estaciones fantasma estadounidenses destacan por su pragmatismo sin pretensiones. Las estaciones abandonadas en Rochester, por ejemplo, tienen una sensación claramente utilitarista.

Muchas de las estaciones fantasma que existen ya han sido reutilizadas. La estación de Aldwych de Londres se ha convertido en una de las favoritas para los lanzamientos de películas, mientras que Bahía inferior de Toronto se ha convertido en un lugar para los partidos durante gran festival de cine de la ciudad. La línea de metro abandonada de Cincinnati en ocasiones se abrió para visitas, y la estación South 4th Street se convirtió en una especie de galería de artistas callejeros.

Las estaciones fantasma tienen algo que decir, no se trata sólo de transporte y economía, han sido importantes lugares para la movilidad de los ciudadanos. Por ello, si actualmente no cumplen su función utilitaria de origen, deberían convertirse en espacios públicos ya que son parte de la identidad de la ciudad.

Fuentes:

The Independent

The Guardian