Todo gran viaje incluye una dosis de búsqueda interior. El llamado turismo espiritual no es un fenómeno nuevo, pero sí creciente y cada vez más organizado.
Si siempre existieron peregrinos solitarios ávidos de experiencias diferentes, de cruzar fronteras, hoy hay una amplia oferta de paquetes armados para combinar, en grupos de hasta 20 personas, el turismo más convencional con las visitas a sitios sagrados, los seminarios de meditación y las clases de yoga. Los destinos pueden ser tan cercanos como San Marcos Sierra, en Córdoba, y Punta del Este, o más distantes, como Machu Picchu (Perú) o Chichen Itzá (México).
Pero, claro, en este rubro la India representa ese verdadero «grand tour» del alma, esa experiencia movilizante e irrepetible. Incluso el circuito turístico más terrenal seguramente incluya algún contacto con el lado espiritual de ese país. Y las salidas más especializadas, en esa dirección, proponen retiros en ashrams apartados, con intensivos cursos de técnicas de meditación.
Fuente: La Nación