La ciudadanía está cada vez más alerta al impacto que la actividad empresarial tiene en la sociedad. Por ello, temas como la superación de la pobreza serán importantes en el campo de la responsabilidad social empresaria en un corto plazo.
A nivel mundial los primeros antecedentes de Responsabilidad Social Empresarial (RSE), también conocida como Responsabilidad Social Corporativa (RSC), se remontan al siglo XIX. Sin embargo, recién en los años noventa este concepto cobró fuerza gracias a la globalización, la aceleración de la actividad económica, la conciencia ecológica y el desarrollo de nuevas tecnologías.
El concepto de la RSE se refiere a cómo se gestionan los negocios en una perspectiva de sustentabilidad, la que involucra tres dimensiones: lo social, lo ambiental y lo económico. Así, cuando las empresas son capaces de conciliar estas esferas logran también rentabilizar su desempeño.
La pobreza como desafío país será uno de los temas, en especial el rol de las empresas en la construcción del futuro. Los retos que plantea hoy la pobreza superan la actividad del gobierno y requieren de políticas públicas orientadas a la oferta, donde las alianzas público-privadas se convierten en un eje para abordar el desempleo y la formación de nuevos profesionales.
La desigualdad y la exclusión social es cada vez más intolerable. En ese plano, es fundamental que la empresa surja como un actor relevante para la solución y deje de ser percibida como parte del problema.
Es importante descubrir por qué es bueno para las empresas ser socialmente responsables y hacia dónde es necesario avanzar. Las compañías son, sin duda, motores de la economía y, por ello, tanto su sustentabilidad como la de todo su entorno está ligada a cómo enfrenten sus impactos y su crecimiento.
Por último, para alcanzar una responsabilidad social efectiva las instituciones deben tener en su horizonte tres focos fundamentales: instalación de capacidades, incidencia en políticas públicas y transformación cultural.
Fuente: Innovación y Sustentabilidad